Rodamos tranquilamente por la carretera vieja de Buñola, hasta llegar a las primeras rampas del Coll. Empezamos tranquilamente pero poco a poco vamos subiendo el ritmo hasta que la cosa se convierte en algo más seria y no se escucha ni una palabra.
Desde ahí, ya sólo queda dejarse llevar hasta Alaró y volver a rodar un poco para llegar de nuevo a Palma.
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